27.9.05

13._ Unificación

Observando los diversos niveles de emergencia que podemos reconocer en el pasado, tales como el de las partículas materiales, el de los átomos, el de las moléculas, el de las células, el de los organismos pluricelulares, el de los animales..., podemos advertir una tendencia universal desde lo múltiple a lo uno, desde lo separado a lo unido, desde lo simple a lo complejo, desde los elementos al todo unificado.

Sin ir más lejos, en nuestra propia identidad tenemos el mejor ejemplo. Hay una complejísima multiplicidad: la de las células que componen nuestro cuerpo, la de nuestros órganos que se acoplan funcionalmente, la de nuestra psique que encierra tantos aspectos de la conciencia y la inconciencia. Pero esta multiplicidad que somos está tan bien organizada e integrada que provoca la emergencia de lo que sentimos íntimamente como una unidad, una mónada: nuestra persona.

Así, en el proceso creativo cósmico es posible establecer un principio de unificación, basado en la progresiva organización --o auto-organización-- de elementos básicos como partes de "todos", "mónadas", emergentes. Según esto, en el origen, en el límite inferior del proceso, estaría la mayor multiplicidad posible y la extrema desorganización --¿la nada?--, y en la cúspide, en el límite superior, estaría la unidad total, en la absoluta integridad de la más completa organización: Dios.

Además, como el Espacio y el Tiempo son aspectos de la multiplicidad en vías de organización, cuando se llega al fin del proceso, y desaparece la multiplicidad y se acaba la organización, necesariamente quedan trascendidos.
Ello nos recuerda, haciendo un símil, no una identificación, lo que ocurre cuando se forma un "agujero negro", cuando una enorme cantidad de materia implosiona hacia una singularidad en la que las leyes de la física quedan invalidadas.

Otro símil sería el de un embrión, representando al universo, que se desarrolla pasando por diversas fases hasta acabar rompiendo la "cáscara" de su "huevo espacio-temporal".

Todas estas consideraciones nos llevan a pensar que Dios, la Novedad Última, el fin del proceso creativo cósmico, es uno y trascendente.