27.9.05

14._ Persona

Afirmamos que desde el interior del nivel de emergencia humano es imposible predecir --conocer "a priori"-- las características o comportamientos de los emergentes de niveles superiores. Eso no significa necesariamente que los comportamientos emergentes en el nivel humano, y en los niveles anteriores, no puedan reducirse exitosamente --"a posteriori", claro-- a los de niveles precedentes.

Pero advertimos que cada nivel supera radicalmente al precedente "asumiéndolo", es decir que no aniquila, no ignora, no contradice, las características emergentes precedentes, sino que las engloba, las asume, las incorpora, sobrepasándolas sin embargo en su absoluta novedad. Así lo vemos al considerar que el ser humano es verdaderamente un animal, verdaderamente un ser vivo, verdaderamente un ser material.
Podemos decir que ello se deduce de la "dialéctica" de la emergencia.

Si esto sigue cumpliéndose en los niveles futuros, como creemos, entonces, aunque nos sea imposible predecirlos con certeza, podemos esperar que asuman, sobrepasándolas sin contradecirlas, las cualidades esenciales humanas. Dicho de otro modo, los futuros emergentes serán más que humanos pero, por lo menos, serán básicamente como los humanos en sus características esenciales, de la misma manera que los seres humanos somos más que animales, pero tenemos básicamente las características esenciales de los animales.

Los humanos somos esencialmente seres autoconscientes y dotados de pensamiento simbólico. Ello nos lleva a ampliar el impulso natural de satisfacción y supervivencia que poseemos en cuanto seres vivos, en un desarrollo ético, estético y cognitivo, que va desde el "sí mismo" individual hacia el "todo" universal. Así se conforman nuestras cualidades de entendimiento y voluntad. Lo resumimos diciendo que cada individuo humano es una "persona".

Siguiendo el razonamiento anterior, podemos afirmar que los emergentes superiores al nivel humano --de haberlos-- serán, por lo menos, personas, aunque irán mucho más allá; serán, podríamos decir, "ultra" personales, pero sí, básicamente, personales.

En particular, esto se aplica a Dios. Aunque en nuestro nivel nos sea imposible conocerlo, y no podamos decir nada positivamente cierto acerca de Él, creemos que podemos afirmar que es, por lo menos, personal. Es radicalmente diferente, sobrepasándolo, a cualquier ser actualmente existente, pero se parece, básicamente, más a un ser humano que a ninguna otra cosa que actualmente podamos conocer. Somos la "imagen y semejanza" de Dios.

Así, en una analogía válida, podemos hablar del entendimiento y la voluntad divinas.
Por otra parte, si vemos en nuestro desarrollo ético, estético y cognitivo la presencia del espíritu de Dios, una manifestación de la tendencia creativa que impulsa hacia Dios, entonces podemos afirmar a Dios como la consumación de nuestras esperanzas, como el bien, la belleza, y la verdad, perfectos.
De manera que el entendimiento y la voluntad divinas no corresponderían propiamente a dicho desarrollo, sino a su perfecta consumación, la realización absolutamente acabada del Espíritu.